Todos tenemos la sabiduría para saber encajar o ajustar lo mental y lo emocional, y no me refiero a controlar las emociones sino a reconocerlas como parte de nosotros y exteriorizas, encuadrándolas en un momento concreto de nuestra vida.

Para gestionar bien tus emociones comienza por tomar conciencia de que estas aparecen por una razón concreta, que son solo un hecho y como tal hay que considerarlas, ni negarlas ni ponerlas en el centro de nuestra vida.

Puede parecer todo un reto, pero por suerte se puede mejorar con el aprendizaje, para impulsar nuestro desarrollo personal y aprovechar así el potencial de nuestras emociones que nos ayudan a conocernos mejor y a afrontar las situaciones de la vida.

En primer lugar ¿cuán valioso o valiosa te sientes? El sentirnos valiosos, con estima, es una de las necesidades del ser humano para vivir de forma plena. La autoestima se va construyendo desde pequeños, a través de la educación, las vivencias, y ante situación de estrés, conflictos, sufrimiento se resiente. Pero nuestra autoestima no tiene que depender solo del exterior, de nuestra imagen externa porque si no sufrimos, y así podríamos decir que nuestra autoestima se vuelve contingente.

Una autoestima sana, debe ser incondicional, no contingente, es decir, sentirnos importantes y valiosos independientemente de que la vida nos ponga ante situaciones mejores o peores.

Algunas claves sobre cómo actuar para mejorar mi autoestima pueden ser:

-Concéntrate en actuar y no solo en juzgarte.

-Vive conscientemente, ni en el pasado ni en futuro.

-Conoce tus fortalezas, tus debilidades y tus necesidades.

-Afronta las circunstancias nuevas de la vida como retos no cómo una víctima.

-Proponte metas y objetivos que te mantengan en movimiento y

-Busca ayuda si lo necesitas, te será mucho más fácil, porque cada persona tiene derecho a ser quien es, sentirse una persona aceptada, valorada, amada, tal cual es.

Tanto la ansiedad como el miedo son respuestas normales a una amenaza percibida. Ante una amenaza es normal que se nos activen síntomas mentales y físicos desagradables como la confusión, la inquietud y pensamientos negativos, tensión muscular, taquicardia, llanto…y ante esto las personas podemos reaccionar de formas diferentes, luchar, huir o bloquearnos.

Es conveniente que comprendamos el porqué de nuestra respuesta, y si es necesario hacer algunos cambios para que tanto nuestros pensamientos como nuestros comportamientos se vuelvan constructivos, más saludables y nos ayuden a afrontar las situaciones de la vida que es cambiante y a veces imprevisible.

Los conflictos es algo que ocurre antes o después en cualquier relación, y por tanto merece la pena aprender a manejarlos que tratar de evitarlos.

Cuáles son las fuentes de conflictos más habituales:

-La comunicación: los malos entendidos, no expresar de forma adecuada.

-El manejo de pulsiones: los choques de temperamentos, batallar por el poder.

-El conflicto de deseo: el modo de vivir la sexualidad.

-Las discusiones de la cotidianidad: las tareas domésticas, los hábitos, la agenda.

-Las situaciones de crisis: la economía, enfermedad, muerte….

Ante una situación de conflicto debemos de tomar acción y no solo esperar a que el otro cambie, que sea una persona distinta, esto no significa que el otro no tenga que hacer nada sino enfocarnos en crecer y transformarnos juntos.

El tener en cuenta las siguientes pautas nos puede ayudar a la hora de enfrentarnos a un conflicto:

-Que prevalezca el autocontrol, no llegar a la agresividad ni la sumisión.

-Busca el entorno adecuado, ese momento para abordar el tema.

-Evita criticar al otro, poniéndolo en el banquillo de los acusados.

-Guarda los trapos sucios, no añadas cuentas pasadas.

-Cambia el tu por el yo, hablando desde lo que tu sientes y lo que necesitas.

-Sé especifico y concreto al tratar el problema.

-Pide perdón en lo que te corresponde, el orgullo es un gran impedimento.

-Pacta un buen acuerdo: “yo gano, tu ganas” tanto como pareja como sujeto.

Y sobre todo practica la escucha plena, no permitas que tus pensamientos distorsiones, anticipen y juzguen.

Esa capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas e incluso ser transformado por ellas, se llama resiliencia, es decir, la reorganización emocional ante una situación vivida difícil ya sea por novedosa o por ser negativa.

Ante estas situaciones necesitamos en primer lugar algo de calma para tomar conciencia y poder actuar, podríamos decir “si sufres bien, aprendes bien” lo que nos permite no tropezar una y otra vez.

Podemos comenzar estas son algunas claves de cómo actuar:

-Eliminar el pensamiento dogmático de todo o nada.

-Asumir responsabilidades.

-Tenacidad, constancia.

-Honestidad.

-Autocontrol y

-Optimismo.

Todo ello será mucho más fácil con ayuda profesional y el tiempo necesario para vivirlo de forma proactiva.